miércoles, 28 de noviembre de 2007

El cuarto de las escobas


Os acordáis del mítico cuarto oscuro, (no, no estoy hablando ese que tienen algunos bares del centro…), sino de aquel en el que nos daba miedo entrar cuando éramos pequeños, ya sabéis estaba lleno de trastos viejos, hacía frío y olía bastante mal...

Pues bien añadirle cuatro trolls de las cavernas, unas cuantas telarañas y unos visillos en las ventanas (interiores, ojo) propios de la serie Cuéntame, y tendréis el nuevo despacho en el que ha decidido ubicarnos nuestro amigo Manolito. Muy fuerte el tema, estamos literalmente a oscuras y la calefacción lleva estropeada desde la Batalla del Ebro. Deberíais verle la cara al pobre Nene, con lo fashion que es, y condenado a pasar unas 12 horas al día en la mazmorra del Conde de Montecristo.

Lo de mi mesa ya es de nota, me han puesto debajo del aire acondicionado (que tampoco funciona, pero si que gotea…) y justo al lado de la puerta, de forma que cada vez que alguien abre, me planta literalmente el picaporte en los morros; circunstancia que además de algo molesta, pone en serio peligro los más de 5 años de humillaciones y abstinencia que tuve que soportar por culpa del maldito aparato para los dientes… (que por cierto, pagaron ellos solos las siete primeras letras y la entrada del Palacete que mi querido dentista tiene en plena avenida de la Palmera en Sevilla).

En fin, el caso es que no todos estamos tan mal, el amigo Carajillo está en su salsa, dice que el despacho, tiene un aire a su piso de estudiante en Moratalaz (tela!) “un lugar sagrado en el que las chavalas hacían cola para entrar, y en el que en mi juventud…”, en este punto suelo desconectar, pero por concretar, la historia termina cuando su mujer, entonces novia, le sorprendió en la cama con un estudiante de Guarromán, provincia de Jaén, “que era muy cariñosa, pero gastaba un bigote de quitar el sentido…”.

Por supuesto, ni que decir tiene que los indígenas del despacho, lo están flipando… ahora entiendo la cara que se les debió quedar a los pobres Aztequas al ver a los primeros españolitos desembarcando en el nuevo mundo… pues eso cara de susto!

Un abrazo.